martes, 15 de abril de 2014

Valoración del nivel de cooperación de la práctica educativa.




Cuestionario de autoevaluación de prácticas cooperativas
Antes de comenzar la auto-evaluación, revisa el siguiente texto de Perc Pujólas y responde a las siguientes preguntas:
LECTURA El maestro, la profesora de geografía y el profesor de latín

Pere Pujólas (2008). 9 ideas clave: El aprendizaje cooperativo. Barcelona. Grao
En la escuela de mi pueblo, durante mi infancia (en los años cincuenta) sólo había dos clases - una para los niños y otra para las niñas - y dos profesores - un maestro para los niños y una maestra para las niñas. A ellas acudían todos los niños y niñas del pueblo, de los seis hasta los doce o trece años. En ambas clases había, evidentemente, mucha diversidad y era muy difícil que el maestro o la maestra pudiera atender eficazmente a todo el alumnado. Sin embargo, recuerdo que tuve un maestro -un buen maestro, por cierto- que había organizado la clase de tal forma que todos los alumnos siempre tenían algo que hacer. Mientras explicaba la lección a unos, los demás hacían algún trabajo individual. Cuando uno acababa su trabajo, el maestro le enviaba a hacer leer a alguno de los más pequeños o a ayudar a un compañero que no sabía hacer algo.
Poco antes de cumplir once años (faltaban unos días...) hice el examen de ingreso al bachillerato elemental de entonces. Allí tuve a una profesora - muy dinámica, por cierto - que, para que aprendiéramos de memoria los nombres de ríos, montañas, capitales, provincias, etc., había dividido el grupo clase en diferentes equipos y de vez en cuando organizaba un torneo en el que competíamos para saber qué equipo respondía mejor a sus preguntas. Dentro de cada equipo los alumnos podíamos ayudarnos y cada uno se "especializaba" en un tema: uno en ríos, otro en montañas, otro en provincias..., aunque, evidentemente, el examen final era individual y todos debíamos saberlo todo.

También tuve a otro profesor, el de latín - muy estricto, por cierto - que cada semana dividía la clase en dos grupos y nos hacía sentar en dos largos bancos, situados uno frente al otro. Una vez sentados, hacía una pregunta al primero de uno de los bancos (rosa, rosae...); si no sabía la respuesta, preguntaba al segundo y, si éste respondía correctamente, "adelantaba" al primero. A continuación preguntaba al primero del segundo banco (amare: presente de indicativo...). Y después se dirigía al primer banco, y preguntaba al siguiente... Y así sucesivamente hasta que había preguntado a todos los alumnos. Siempre que algún alumno no sabía la respuesta, preguntaba al siguiente, o al siguiente, hasta que uno daba la respuesta correcta y pasaba delante de todos los que no habían sabido responder... Finalizada la sesión, se escribía en  cada extremo de la pizarra la "clasificación" de cada uno de los bancos, y ésta determinaba la colocación de los alumnos en cada banco en la siguiente sesión.
De todas formas, tengo que decir que la mayoría de los profesores y profesoras del instituto no hacían nada especial. Más o menos, en todas sus clases seguían esta secuencia: al iniciar la clase preguntaban aleatoriamente a algunos alumnos la lección o los ejercicios del día anterior; seguidamente explicaban una nueva lección, o cómo resolver algunos ejercicios, ponían algún ejemplo, hacíamos algún ejercicio (cada uno sentado en su sitio sin poder hablar ni consultar con los demás compañeros) mientras el profesor resolvía las posibles dudas de algún alumno, y señalaban los ejercicios o temas que teníamos que hacer o estudiar para el próximo día de clase. De vez en cuando ponían un examen de las lecciones que ya habíamos hecho -algunas veces, incluso, sin avisar, sobre todo cuando nos habíamos portado mal-. También había un examen trimestral y otro final, durante el mes de junio.
Bastante tiempo más tarde he descubierto -expresado con palabras más técnicas- que el maestro de la escuela de mi pueblo había organizado el trabajo en el aula de forma cooperativa, la profesora de geografía utilizaba una estrategia en la que había cooperación intragrupal y competencia intergrupal, el profesor de latín había optado por una organización social de su aula claramente competitiva y, finalmente, la organización social del aula del resto de profesores y profesoras era visiblemente individualista. Es decir, cada uno de ellos utilizaba una estructura de aprendizaje distinta.







¿Nos son familiares estos estereotipos? SI ¿Hemos tenido profesores de cada uno de estos tipos?

Cooperativo
SI
NO
Cooperación intragrupal y competencia intergrupal
SI
NO
Competitivo
SI
NO
Individualista
SI
NO

¿Crees que algunas de estas "estructuras de aprendizaje" es más eficaz que las demás?
Todas deben de efectuarse en el aula

¿Te animas a analizar tu propia práctica para conocer su nivel de cooperación?
Si
El siguiente cuestionario te puede ayudar a tomar conciencia de tu gestión cooperativa del aula:

El trabajo en clase se organiza en grupos de entre 2 y 7 miembros                          SÍ    NO

Comenzamos por parejas para crecer luego hacia cuartetos y  agrupamientos mayores  SÍ    NO

Hay un objetivo común para cada grupo de estudiantes.                   SÍ    NO

Trabajamos el desarrollo interpersonal y grupal además de los  propios contenidos    SÍ    NO

Los grupos se organizan de manera heterogénea (sexo, niveles  de rendimiento, interés, diversidad cultural, etc.).    SÍ    NO

En los grupos los alumnos se necesitan para llegar a una meta común  SÍ    NO

El trabajo en grupo y el trabajo individual se complementan.            SÍ    NO

Cada   miembro   del   grupo   tiene   información   o   tareas   complementarias que aportar al grupo           SÍ    NO

Se evalúa tanto a los estudiantes individualmente como al grupo   en conjunto.  SÍ    NO

Se evalúa el trabajo realizado pero también el funcionamiento  del grupo como equipo de trabajo.   SÍ    NO

Se usa para cualquier tipo de contenido y actividad (búsqueda   de información, creación de un producto, evaluación, etc.).  SÍ    NO

¿Qué aspectos de tu estructura de aprendizaje crees que puedes cambiar para hacerla más cooperativa?
     Lo principal para poder llevar a cabo este tipo de aprendizaje es realizar una restructuración en la programación, con el fin de poder trabajar de esta manera pero sin descuidar los contenidos, es un cambio profundo en la metodología.



Razones para usar o no usar el aprendizaje cooperativo en el aula.
Factores que lo potencian o dificultan.
El Aprendizaje cooperativo es un enfoque que trata de organizar las actividades dentro del aula para convertirlas en una experiencia social y académica de aprendizaje. Los estudiantes trabajan en grupo para realizar las tareas de manera colectiva.
El aprendizaje en este enfoque depende del intercambio de información entre los estudiantes, los cuales están motivados tanto para lograr su propio aprendizaje como para acrecentar los logros de los demás. Uno de los precursores de este nuevo modelo educativo fue el pedagogo norteamericano John Dewey, quien promovía la importancia de construir conocimientos dentro del aula a partir de la interacción y la ayuda entre pares en forma sistemática. Si bien en la literatura pedagógica tiende a verse la relación aprendizaje colaborativo - cooperativo como sinónimos, según autores como Panitz "La diferencia esencial entre estos dos procesos de aprendizaje es que en el primero los alumnos son quienes diseñan su estructura de interacciones y mantienen el control sobre las diferentes decisiones que repercuten en su aprendizaje, mientras que en el segundo, es el profesor quien diseña y mantiene casi, por completo el control en la estructura de interacciones y de los resultados que se han de obtener

El proceso responde a las necesidades de una sociedad multicultural, y convierte la diversidad en un poderoso recurso educativo

Contribuye al desarrollo cognitivo. Consigue aumentar la variedad y la riqueza de experiencias que la escuela proporciona, ayudando a desarrollar mayores habilidades y reduce la ansiedad

El aprendizaje cooperativo fomenta la autoestima de los alumnos y la confianza en sí mismos, ya que les permite que se relajen y trabajen en un entorno tranquilo en el que encuentran el tiempo suficiente para pensar, las oportunidades para ensayar y recibir retroalimentación y, sobre todo, mayores probabilidades de éxito, derivadas tanto del apoyo o ayuda de sus compañeros, como de la adecuación de la intervención educativa a sus peculiaridades. Fomenta la interacción. La interacción profesor—alumno es muy limitada, porque la ratio actual de nuestras aulas es muy elevada.

El aprendizaje cooperativo ayuda a maximizar los recursos con los que cuentan los centros educativos para desarrollar el proceso de enseñanza- aprendizaje y además fomenta la autonomía e independencia

Dentro de una dinámica cooperativa se reduce considerablemente la dependencia de los alumnos con respecto al profesor, ya que los compañeros pueden proporcionar el tipo de apoyo que antes corría a cargo solo del docente

Permite la adecuación de los contenidos al nivel de los alumnos: La interacción en grupo facilita la comprensión por parte de los alumnos de los contenidos curriculares. El trabajo conjunto dentro del equipo heterogéneo permite la modificación de dichos contenidos hasta adecuarlos al nivel de comprensión de cada uno de los educandos. Esto se produce a través de la solicitud de clarificación de los puntos dudosos, de la utilización de un vocabulario adecuado, de la explicación más detenida de un concepto clave, etc.

            Promueve el desarrollo de destrezas complejas de pensamiento crítico. Cuando los alumnos trabajan en contextos cooperativos, se ponen en juego toda una serie de destrezas metacognitivas relacionadas con la propia interacción cooperativa: planificación y organización.


            La principal dificultad es la mentalización hacia un cambio metodológico en los Centros.

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